En 1992 egresé del Instituto Tecnológico de Ciudad Madero, Tamaulipas de la carrera de Ingeniería Geofísica; los sueños que tenia en ese entonces sobre mi profesión eran muchísimos, las oportunidades incluso de trabajar en el extranjero formaban parte de mi perspectiva. Durante 1993, trabajé en la Compañía Mexicana de Exploraciones COMESA, que se dedicaba a la exploración petrolera en la zona colindante de los estados de Veracruz y Puebla; a finales de ese mismo año, firme contrato con la compañía francesa Geodata para realizar trabajos de exploración en el estado de Chiapas. Este contrato iniciaba en el mes de enero de 1984, mes en que inició actividad el Ejercito Zapatista para la liberación Nacional en San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
Fueron 6 meses de espera para que se definiera mi situación laboral, meses en los que mis sueños se empezaron a petrificar, la angustia `por no tener trabajo, pero la ilusión de que pronto se arreglarían loas cosas no me hicieron que buscara en otras compañías, yo tenia que esperar esa, pues representaba el contrato de mis sueños.
La espera de días, meses, se convirtió en dos largos años, en los cuales trabajé en la Red Sismológica del Volcán Tacaná, aquí en mi estado, actualmente incorporado al Sistema Chiapaneco de Protección Civil, en donde actualmente me desempeño como asesor externo del municipio de Tapachula.
En 1986, cuando iba a comenzar el curso escolar en la población donde vivo, me invitaron a participar en la escuela preparatoria, pues estaban iniciando con un área de ciencias químicas-biológicas y no tenían un maestro para impartir la asignatura de Física. Acepté pensando que seria un trabajo temporal, pues la idea de dar clases y en una preparatoria no me atraía mucho, sobretodo porque me asustaba la idea de trabajar con jóvenes, y que me hicieran lo que yo les había hecho a mis profesores en la prepa.
Hoy, después de 13 años de esa historia, considero que las cosas pasan porque tienen que pasar, he descubierto que me apasiona trabajar con los chicos, que hay cosas de mi como ser humano, que solo a partir de la interacción estrecha que se vive en las aulas, las he podido desarrollar, que lo que uno les da a los estudiantes va mas allá del conocimiento, lo importante y valioso son las formas en cómo vamos construyendo día a día nuestras realidades; durante este lapso de tiempo que he trabajado en la escuela, he podido comprobar que la calidad educativa no es algo que necesariamente se alcance al cien por ciento con la tecnología e infraestructura, hablar de calidad significa hablar de procesos sociales con calidez, que orienten a desarrollar en los jóvenes aquellas cualidades que les sean mas útiles, aquellas que sean encaminadas a rescatarnos como sujetos activos dentro de una sociedad y no las que nos lleven a seguir cosificando a los sujetos, claro está incluidos nosotros.
Actualmente, cuando me preguntan sobre mi profesión, me es un poco complicada definirla, pues no me asumo del todo como maestra, ni tampoco como ingeniera, menos aun como profesora; el de docente es el que suelo ocupar mas, aunque verdaderamente no he encontrado un termino para poder definir mi actividad; la cual me gusta mucho, la disfruto enormemente, me sorprende la creatividad de los chicos, sus habilidades, me involucro en sus actividades, me preocupo con sus problemas y comparto sus logros y fracasos,
Tal vez hay quienes no comparten esta forma de vivir la docencia, o la vean como un mero sentido de vocación, sin embargo quiero cumplir responsablemente con la tarea que asumí de forma inconciente hace 16 años, pues solo la veía como una posible salida a los problemas económicos y laborales por los que atravesaba; pero que hoy es la puerta a mi desarrollo profesional y personal, pues lo que siempre me ha impulsado es: “ser como me hubiera gustado que me educaran y formar como me gustaría que formen a mis hijos”
Laura E. Aréchiga Wong.
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